CLIMA Y DESARROLLO SOSTENIBLE

LA REGIÓN NECESITA UN PLAN GLOBAL PARA AFRONTAR LAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Aunque ya contábamos con informes rigurosos sobre la necesidad de adaptarnos al cambio climático en la región, (informe del CES de 2016: “Competitividad y cambio climático”) la evidencia de sus consecuencias  más dramáticas las venimos experimentando a través de fenómenos periódicos de gran intensidad, como las “gotas frías” o “DANAS”, y también mediante la constatación del avance inexorable de la desertización. Estos fenómenos, unidos a la evidencia histórica de modelos de desarrollo insostenibles, como se ha demostrado recientemente con el agravamiento de la situación del Mar Menor, han merecido la reflexión y el análisis del Círculo de Economía durante los últimos años. La sostenibilidad ha sido y es una preocupación permanente en nuestros objetivos y en nuestras actividades.

En la inauguración de nuestro Club de Debates, en mayo de 2017, hablamos de “Soluciones para el Mar Menor. Usos compatibles con un futuro sostenible”. En octubre de ese mismo año organizamos otra mesa redonda con expertos sobre “Soluciones sostenibles para el déficit hídrico”. En dicho acto ya se habló con claridad de que nos encontramos ante “cambios estructurales” que merecían nuevos enfoques. 

Hace tan sólo unos días celebramos otro importante debate sobre los retos que debe afrontar la agricultura sostenible en la región. Puntos de vista académicos, científicos y empresariales coincidieron en la urgencia de adaptar los tipos de cultivos y la forma de producción al cambio climático. La mejora en la calidad y la productividad nos obliga, paralelamente, a la aplicación de exigentes códigos de buenas prácticas ambientales, cada vez mejor valorados por los consumidores. Estamos convencidos de que es posible transformar los importantes retos en nuevas oportunidades de desarrollo económico, social y humano.

Desde el Círculo de Economía venimos insistiendo en la necesidad de reducir la vulnerabilidad de todos nuestros sectores económicos, así como la de nuestro patrimonio natural, nuestras infraestructuras y nuestra población  frente a las consecuencias del cambio climático.

Con el paso del tiempo, la intensidad y recurrencia de los desastres van dejando paso a reflexiones cada vez más consolidadas sobre la supuesta inevitabilidad de todas sus consecuencias. ¿Sólo cabe en nuestra región la resignación, después los daños que siguen a cada episodio catastrófico? Estamos convencidos de que es posible mejorar sustancialmente la situación con medidas preventivas que tengan en cuenta el conocimiento sobre el cambio climático y las previsiones científicas más actualizadas. No podemos dejar pasar el tiempo sin que se tomen decisiones proporcionadas a la magnitud del problema.

La historia nos demuestra que, cuando se toman medidas adecuadas, las consecuencias negativas de los desastres naturales son mucho menores. En el ámbito hidrológico se ha ejecutado un Plan de Defensa contra las Avenidas del Río Segura del que los ciudadanos podemos sentirnos orgullosos, tanto de su diseño, como de su gestión posterior. También se han ejecutado diversas acciones que han contribuido, sin duda, a mitigar los daños que la naturaleza desbocada produce habitualmente. En el ámbito urbanístico, se han realizado planes e infraestructuras que en algún caso han paliado, los daños sufridos. Pero en este ámbito lo realizado ha sido claramente insuficiente. Las imágenes y los datos del pasado mes de septiembre son prueba inapelable de ello.

¿Cómo es posible que en una Comunidad como la de Murcia, con “gotas frías” tan frecuentes y que tiene competencias sobre ordenación del territorio, no se haya elaborado todavía un Plan de Ordenación del Territorio ante los riesgos de inundaciones? Este Plan, sí lo tienen otras Comunidades Autónomas y su ejecución podría ayudar a establecer, de manera clara, los lugares dónde es posible edificar de manera ordenada y sin riesgos; precisamente, porque sabemos que es imposible controlar completamente cualquier circunstancia climática. Reconocemos  que casi todo lo que se ha hecho en materia de prevención ha sido correcto, pero no todo lo correcto ha sido hecho.

Creemos que no se debe dejar pasar el tiempo, ni se deben olvidar los numerosos daños materiales y humanos acumulados. El Círculo de Economía entiende que es necesario aprovechar la experiencia del último y lamentable episodio de inundaciones del pasado mes de septiembre (con réplicas de menor intensidad en octubre y en estos primeros días de diciembre) para reflexionar en profundidad sobre la situación y dar una respuesta lo más global y rigurosa posible. Algunas de las ideas que sometemos a consideración de los principales actores concernidos y de la sociedad murciana en su conjunto, son las siguientes:

  1. Como ha expresado el presidente de la CHS, las infraestructuras de regulación y laminación han funcionado pero se ha puesto de manifiesto la necesidad de consolidarlas y completarlas aguas abajo de Murcia hasta Guardamar. Asegurar la eficaz evacuación al mar de las aguas a su paso por Orihuela durante las crecidas del rio Segura se ha demostrado imprescindible. Hacen falta estudios definitivos sobre la capacidad del río Segura en dicha zona y sobre la necesidad de obras de regulación, cuya definición y ejecución corresponderá a técnicos cualificados, quienes son, en definitiva, los responsables de su buen funcionamiento.
  2. Convendría completar también algunas obras en otras zonas, como en el Guadalentín, donde en 2012 se cortó la autovía con Granada. Habría que construir presas de laminación en las ramblas de Béjar, Nogalte y la Torrecilla y encauzar la rambla de la Biznaga.
  3. El control de la legalidad urbanística ha fallado estrepitosamente, desde hace años, en la cuenca. Es competencia de la Comisaría de Aguas la delimitación del dominio público hidráulico y la regulación de su uso, y de la Dirección General del Agua la limpieza del mismo. Hay que responsabilizar a ambas instancias del deficiente mantenimiento de los cauces bajo su  responsabilidad. La falta de personal y presupuesto que se aduce no es ninguna excusa, pues año tras año, las partidas asignadas para ello en los presupuestos no se ejecutan en su totalidad.

La Confederación Hidrográfica debe hacer un mayor esfuerzo para garantizar la agilidad en sus respuestas,  tanto a particulares como a los ayuntamientos, pero no es menos cierto que son las administraciones local y autonómica las que ostentan las competencias urbanísticas que, en muchos casos, entran en abierta colisión con las de la CHS, produciendo situaciones como las vividas en las recientes DANAs: viviendas ocupando zonas declaradas inundables, mostrando la negligencia de las administraciones. Ni la burocracia, ni la falta de coordinación entre las distintas administraciones, ni la ausencia de desarrollos normativos fundamentales  pueden convertirse en coartadas para seguir retrasando  las respuestas a situaciones que requieren tomas de decisiones urgentes. 

La ley es clara: sólo de forma excepcional y con muchas limitaciones de uso, se puede construir en zonas inundables ¿A qué viene entonces todo ese maremágnum normativo para intentar justificar lo injustificable? No se puede seguir tolerando de ningún modo las construcciones en lugares inundables. No hay artificio legal que pueda seguir tolerándose cuando de vidas humanas se trata, o de graves daños en infraestructuras y bienes, ya sean particulares, o de interés general.  

La responsabilidad principal es de nuestros máximos responsables en las administraciones públicas. Nuestros responsables políticos deberían estar suficientemente  informados y ser mucho más celosos en el cumplimiento estricto de la legalidad. La excesiva tolerancia sobre prácticas irregulares, cuando no ilegales, han dado cobijo a las desafortunadas actuaciones urbanísticas que hoy lamentamos. Un mayor rigor por parte de las administraciones en el desarrollo de normas de transparencia y control de la gestión de los asuntos públicos, junto al establecimiento y cumplimiento de códigos éticos empresariales reduciría sensiblemente la posibilidad de prácticas indeseables.

Es preciso legislar para clarificar más esas limitaciones de uso y dotar de más medios humanos y materiales a los responsables de la vigilancia del cumplimiento de la legislación. Hace falta, y es triste decirlo, una apuesta decidida por el cumplimiento de la legalidad, que, en este caso, puede salvar vidas, patrimonio natural y haciendas. 

Urge evolucionar hacia modelos urbanísticos que incorporen todo el conocimiento acumulado sobre dinámica y localización de las inundaciones. La revisión pendiente de los Planes Generales de Ordenación Urbana de la mayoría de los municipios de la región es una excelente oportunidad para demostrar la responsabilidad que corresponde a los ayuntamientos en las medidas preventivas.

Resulta también urgente la revisión de todas aquellas infraestructuras, ya sean de la administración central, o de la autonómica, que hayan podido generar situaciones de pantalla que hayan podido agravar los efectos de las inundaciones.

  1. Nadie puede olvidar que ha sido una DANA la que ha producido estas lluvias torrenciales, y nadie puede despreciar los avisos de los científicos en el sentido de que la frecuencia de este fenómeno irá en aumento en los próximos años, asociada al cambio climático. También tenemos la evidencia de que las políticas antes mencionadas (infraestructuras adecuadas, correcto mantenimiento y cumplimiento de la legalidad) van dirigidas a prevenir los efectos y mitigar las consecuencias, pero no a luchar contra las causas. Siempre se ha pensado que nada se puede contra la naturaleza, pero es que, nunca como hasta ahora, se había puesto tan de manifiesto la influencia de la acción humana sobre el clima. Se echan en falta otro tipo de medidas preventivas que afectan a la acción humana y a la política medioambiental. Enumeramos algunas:
    1. Reforestación y revegetación, generalizada e inteligente, de los espacios y cauces naturales de la región para, entre otras cosas, fijar el suelo y evitar la erosión, retardar la llegada del agua a los cauces que inundan las ciudades y aumentar el efecto sumidero de CO2. 
    2. Respeto a los cultivos tradicionales propios de las comarcas y zonas con climas casi desérticos. No es aceptable la incorporación de cultivos atípicos, de carácter intensivo en dichas zonas, máxime si suponen una grave amenaza para los anteriores y, sobre todo, implican la sobre explotación de recursos hídricos, que los cultivos históricos respetan.
    3. Limpieza y mantenimiento permanente de los cauces y ramblas de la región para que cada uno tenga su capacidad real de evacuación, teniendo en cuenta que este mantenimiento debe respetar la vegetación autóctona madura que contribuye a la disminución de la velocidad de las aguas en bajada. 
    4. Ordenación de los cultivos en las zonas susceptibles de inundación para minimizar los arrastres de suelo y de productos contaminantes y adopción de medidas urgentes para evitar prácticas agrícolas inadecuadas, como el laboreo a favor de  pendiente, o la desaparición de setos entre parcelas. Al igual que sucede con el sector urbanístico, una parte del sector agrícola necesita un proceso de transición hacia modelos más sostenibles y adecuados al interés general.
    5. Acciones específicas para evitar estos arrastres en el entorno del Mar Menor. La situación de especial vulnerabilidad de nuestra laguna exige la aplicación de medidas urgentes para evitar todo tipo de arrastres, especialmente, los más contaminantes.
    6. Resulta urgente la aprobación de una Ley Integral del Mar Menor que sitúe la prioridad en la regeneración del mismo, como bien a proteger. Mientras tanto, La Ley de Medidas Urgentes debe aplicarse en su integridad,  evitando que guías de interpretación manifiestamente permisivas rebajen el nivel de exigencia necesario ante una situación de emergencia como la que vivimos. Bienvenidos sean acuerdos unánimes en la Asamblea Regional sobre las medidas a adoptar, pero sería también deseable  un inmediato acuerdo financiero entre la administración autonómica y el gobierno de la nación para ejecutar, cuanto antes, las medidas contempladas en el Plan de Vertido Cero. 
    7. Cualquier plan que pretenda la compatibilización de usos del Mar Menor con su integridad ecológica, deberá incluir, además de las exigentes buenas prácticas previstas en toda la normativa vigente y futura, las infraestructuras necesarias que permitan la gestión y el control de usos de las aguas, tanto superficiales, como subterráneas, de modo que se controle el nivel freático, se maximice su reutilización y se impida toda entrada descontrolada de aguas dulces, materia orgánica, sedimentos, nutrientes o contaminantes.

Finalmente, hay que poner el acento en que todas estas medidas tienen que ser financiadas. De nada sirve hacer planes sin dotarlos de presupuesto. Tradicionalmente, las medidas adoptadas han sido financiadas individualmente, en el marco de las competencias o áreas de gestión de los distintos organismos y administraciones, pero hay que ir mucho más allá. Urge redactar un Plan Global para afrontar el Cambio Climático que incorpore la lucha contra la sequía y las Inundaciones en la Región de Murcia.

¿Por qué Murcia, una región semiárida, frontera del desierto con Europa no puede abanderar una iniciativa pionera de respuesta frente al cambio climático? Los fondos europeos, los programas marco, el presupuesto de la Comisión, están claramente orientados al desarrollo sostenible, la economía circular y la resiliencia climática. Este puede ser un momento decisivo para que nuestra región abandone el camino de la resignación e inicie la senda de un desarrollo sostenible que convierta los retos climáticos en oportunidades de futuro.

En la Cumbre sobre el Cambio Climático que acaba de comenzar  en Madrid se abordarán muchos asuntos sobre los que deberemos tomar importantes decisiones en un futuro próximo: reducciones de gases de efecto invernadero, opción por energías más limpias (en cuya producción la región de Murcia ejerce un indiscutible liderazgo), mantenimiento de la biodiversidad, gestión de los residuos, sobre todo de los más contaminantes y otras cuestiones relevantes de carácter global. Muchas de las conclusiones interpelarán a nuestra región de manera muy directa.

Desde el Círculo de Economía hemos querido subrayar, coincidiendo con  tan importante celebración, la relación entre el cambio climático y algunos problemas graves que nos afectan, que corren el peligro de quedar nuevamente en el olvido y cuya solución, con la que nos sentimos solidariamente comprometidos, nos parece inaplazable. 

(Documento aprobado por unanimidad en la Junta Directiva celebrada el 2-12-19)